Han pasado casi dos semanas desde que volví a Madrid. Entre medias, estuve viajando, ocupada todo el rato. El hecho de estar escribiendo en esta mesa del salón aún se me hace raro. Pero más raro se me hace pensar que no tendré tiempo suficiente para acostumbrarme a escribir en esta mesa del salón. Tampoco quiero. Últimamente siento una gran nostalgia al pensar en Canadá, en todos los momentos tan bonitos que viví, y todas las personas que conocí…Ay las personas. Las personas también me dan miedo. Tengo miedo de que se olviden de mí; que al pensar en mí no lo recuerden como algo mágico, pues para mí lo fue. Pero no entiendo por qué me importa tanto. Al fin y al cabo, ellos están ahí y yo aquí. Y lo que vivimos ocurrió, y ya su existencia es mágica en sí porque nos encontramos, nos topamos, compartimos, reímos, lloramos, follamos, discutimos, hablamos, vivimos juntos la vida.
